Afecta a niños de todas las edades y suele ser precedida por
una infección que comienza como un resfrío o un catarro común.
Es más frecuente en invierno y primavera.
Puede dar fiebre, tos, dificultad respiratoria y
decaimiento.
El diagnóstico se hace por los síntomas. Ocasionalmente se
realiza radiografía para descartar una Neumonía u otra complicación.
El tratamiento consiste en el manejo de los síntomas: bajar
la fiebre, hidratar y no insistir si está inapetente. Sólo ante la sospecha de
infección bacteriana se administrará antibiótico. No deben usarse antibióticos
en infecciones presuntamente virales ni antitusivos o descongestivos que, además de inefectivos, pueden complicar el cuadro. En algunos casos puede ayudar la
kinesioterapia respiratoria.
La evolución es generalmente buena y sin complicaciones.
Excepcionalmente requiere internación, oxígeno o antibiótico endovenoso.
En niños con hiperreactividad bronquial o asma las infecciones
de la vía aérea pueden desencadenar broncoespasmos o crisis asmáticas que
requerirán broncodilatadores y en ocasiones corticoides.