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Enfermedades cardiovasculares en la infancia

Las enfermedades cardiovasculares son aquellas que afectan al corazón o los vasos sanguíneos. En algunos casos están presentes al nacimiento como las malformaciones cardíacas y en otros se generan a lo largo de la vida.
La enfermedad cardiovascular adquirida a lo largo de la vida, especialmente la enfermedad coronaria y los accidentes cerebrovasculares son la principal causa de muerte  en todo el mundo  y están producidas generalmente por la formación de depósitos de grasa en las paredes de los vasos sanguíneos que irrigan el corazón, el cerebro o los miembros inferiores. Los accidentes cerebrovasculares también pueden producirse por hemorragias o coágulos de sangre.
Los factores de riesgo más importantes para desarrollar enfermedades cardiovasculares son las dietas excesivas en grasas y azúcares, el consumo de tabaco y alcohol y la inactividad física. Fundamentalmente las dietas malsanas y el sedentarismo son causa de obesidad, hipertensión arterial, diabetes y aumento de los lípidos. Estas situaciones son responsables de afectación progresiva del corazón y los vasos sanguíneos.
Se pueden prevenir estas enfermedades desde la infancia de la siguiente manera:


  •           Alimentando con leche materna a los bebes
  •          Reduciendo las grasas, azucares y sal de la dieta proveniente de galletitas, golosinas, alimentos chatarra, gaseosas y sal de mesa
  •      Incrementando el consumo de frutas, verduras, hortalizas
  •      Estimulando la actividad física y combatiendo el sedentarismo
  •           Desalentando el consumo de alcohol y tabaco y evitando el tabaquismo pasivo
  •      Predicando con el ejemplo. Ningún niño hará lo que no ve hacer a los adultos con los que convive

Obesidad infantil

El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud
Desde 1998 la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la obesidad una epidemia global y un problema sanitario muy grave. En la infancia y adolescencia constituye el trastorno metabólico más frecuente, así como la principal enfermedad no declarable. La prevalencia en los países desarrollados se ha triplicado en los últimos 15 años. Se calcula en más de mil millones el número de personas que padecen sobrepeso y en unos 300 millones el número de obesos. En 2012, más de 40 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso. Ninguna otra enfermedad alcanza esta magnitud en el mundo. La obesidad ha sido reconocida como un importante problema nutricional y de salud en la mayoría de los países industrializados. También en los países con economías en transición, e incluso en determinadas áreas urbanas en los países en desarrollo, el aumento progresivo de la obesidad se ha descrito como un problema emergente en los últimos años.
El problema creciente de la obesidad constituye un ejemplo de cómo el desarrollo tecnológico no implica un desarrollo social y mucho menos un desarrollo en salud.
La obesidad tiene su origen en una interacción genética y ambiental, siendo más importante la parte ambiental o conductual, que se establece por un desequilibrio entre la ingesta (malos hábitos nutricionales) y el gasto energético (sedentarismo).
El 95 % de los casos de obesidad tienen en su desarrollo un claro componente ambiental vinculado al sedentarismo y a unos hábitos dietéticos que favorecen el balance positivo de energía y el depósito paulatino de grasa. Esos factores ambientales están íntimamente ligados al desarrollo tecnológico, las condiciones sociales y laborales y el estilo de vida actual.
Esto ha generado en relación a la ingesta un aumento del consumo de grasas saturadas y de carbohidratos (azúcares) y una disminución de la ingestión de frutas, vegetales y pescado (proteínas, vitaminas y micronutrientes). En relación al gasto energético ha influido con la ausencia o reducción de actividades físicas programadas y espontáneas (menos espacio y tiempo para juegos de movimientos corporales) e incremento del tiempo dedicado a actividades sedentarias como ver la televisión, juegos en la computadora u otros dispositivos electrónicos.
La obesidad ha dejado de ser sólo un problema estético ya que su implicación en el riesgo cardiovascular está más que demostrada en la producción de infartos y accidentes cerebrovasculares en interacción con hipertensión arterial, la diabetes mellitus y la dislipidemia. También se ha demostrado su relación con el cáncer de endometrio, colon y mama y  trastornos del aparato locomotor en especial la osteoartritis, enfermedad degenerativa de las articulaciones muy discapacitante.
La obesidad infantil se asocia con una mayor probabilidad de obesidad, muerte prematura y discapacidad en la edad adulta. Pero además de estos mayores riesgos futuros, los niños obesos sufren dificultad respiratoria, mayor riesgo de fracturas e hipertensión, y presentan marcadores tempranos de enfermedad cardiovascular, resistencia a la insulina y efectos psicológicos. Los niños obesos son objeto de estigmatización social y discriminación, probablemente en relación con estos aspectos, pueden presentar una mayor prevalencia de alteraciones psicológicas e inadaptación social.
 Se puede concluir que los cambios ocurridos en la actualidad con la adopción de estilos de vida inadecuados, el progreso científico-técnico y la ausencia o insuficiencia de políticas de salud acordes con dichos cambios, influyen en el incremento de la prevalencia de obesidad a nivel global. Ello contribuye al incremento de la morbilidad por enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus, dislipidemia y cáncer, además, la obesidad y sus consecuencias tiene gran impacto en el gasto sanitario en el mundo.
La obesidad puede prevenirse. La prevención debe comenzar en la infancia.
¿Qué pueden hacer los padres?
De acuerdo con la publicación "Llamado a la acción para prevenir y reducir el sobrepeso y la obesidad (Call To Action To Prevent and Decrease Overweight and Obesity)" del Director General de Salud Pública de los EE. UU.:
  • Los niños obesos necesitan una evaluación médica completa de un pediatra para considerar la posibilidad de una causa física.
  • En ausencia de un trastorno físico, la única forma de perder peso es reducir la cantidad de calorías que se consumen y aumentar el nivel de actividad física del niño o del adolescente.
  • Recalque la alimentación saludable, limite al mínimo los refrigerios grasos y azucarados, y ponga a disposición del niño frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y refrigerios con bajo contenido graso.
  • Aumente la actividad física, quizás caminando enérgicamente con su hijo todas las semanas.
  • Manifiéstele a su hijo que es amado y valorado. Un niño con sobrepeso probablemente sabe mejor que nadie que tiene un problema de peso. Los niños con sobrepeso necesitan apoyo, aceptación e incentivo de los padres.
  • Sea un buen ejemplo para su hijo. Si su hijo ve que usted disfruta comidas saludables y la actividad física, es más probable que haga lo mismo ahora y el resto de su vida.

¿Qué es el índice de masa corporal?
El índice de masa corporal (IMC) es un indicador simple de la relación entre el peso y la talla que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos. Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2).
La definición de la OMS es la siguiente:
·         Un IMC igual o superior a 25 determina sobrepeso.
·         Un IMC igual o superior a 30 determina obesidad.
El IMC proporciona la medida más útil del sobrepeso y la obesidad en la población, puesto que es la misma para ambos sexos y para los adultos de todas las edades. Sin embargo, hay que considerarla a título indicativo porque es posible que no se corresponda con el mismo nivel de grosor en diferentes personas.