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Angustia del Octavo Mes

Durante los primeros meses de vida el bebe se siente una prolongación del cuerpo materno, a medida que va tomando conciencia real de constituir un ser independiente de su madre comienza a angustiarse ante la posibilidad de perderla. Esto se potencia con la mayor movilización del bebé a partir de los 6 meses y su mayor independencia alimentaria al incorporar los semisólidos a la lactancia.
Los bebés de 8 meses, como resultado de un proceso que comienza antes de esa edad, suelen tener episodios de angustia y llanto cuando se alejan de su madre. Aún permaneciendo en brazos y al cuidado de personas conocidas y queridas pueden observarse contrariados, molestos y observarlos con desconfianza. En la noche aún aquellos que ya dormían varias horas pueden despertarse y solicitar la presencia de su mamá.
Es así que los bebés de 8 meses suelen llorar más de lo habitual durante el día, despertarse en reiteradas oportunidades durante la noche, permanecer más tiempo en brazos y reclamar por su mamá con insistencia. Esto genera preocupación y angustia entre los adultos. Muchas veces consultan pensando que hay alguna enfermedad o proceso que genera dolor como otitis, salida de los dientes, etc. En otras ocasiones los familiares creen que son “berrinches” o que es “un malcriado”.
Poder entender las circunstancias que generan este proceso permite a la mamá superar el agobio y mantener la calma ante la excesiva demanda del bebé. Esta constituye una etapa normal en el desarrollo psicológico, es transitoria y no significa un retroceso. Puede durar días, excepcionalmente algunos meses. Progresivamente volverá a ser amigable con las otras personas, aceptando estar con ellas y alejarse un poco de su mamá.
Es conveniente que durante esta etapa la madre no planee viajes o actividades extras que pueda postergar y mantenga la paciencia. La ayuda del papá o alguien cercano que permanezca algunas horas con el bebé permitirá a la mamá salir un poco cuando su jornada en casa es muy prolongada. Jugar a esconderse y reaparecer detrás de una puerta o una sabanita (“no está”, “acá está”) puede ayudarlos a confirmar que las personas queridas se van por momentos pero regresan. Permitir que tire objetos y alcanzarlos les demuestra que las cosas pueden recuperarse.
Conocer el verdadero significado de este proceso y comprender que se trata para el niño de una sensación de desasosiego y miedo de ser abandonado le permitirá a los adultos mantenerse calmos y actuar de la mejor manera para que la situación no se prolongue en el tiempo.