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La fiebre...aliada a enemiga?

La fiebre es generalmente un mecanismo por el cual el organismo eleva su temperatura para hacer frente a una agresión. En este sentido constituye un recurso que utiliza el cuerpo para defenderse.
La mayoría de las veces esa agresión es una infección, especialmente cuando la fiebre es de pocos días de evolución.
En los casos de fiebre de reciente comienzo la mayoría de las veces el niño padece o está incubando una infección viral o bacteriana.
Las infecciones virales más frecuentes que dan fiebre son las anginas, resfríos, catarros y gastroenteritis virales.
Las enfermedades eruptivas de la infancia como varicela, quinta y sexta enfermedad, rubéola, etc. pueden comenzar con fiebre.
Las infecciones bacterianas más frecuentes que dan fiebre son las anginas, otitis, infecciones urinarias, neumonías.
Muchas otras enfermedades infecciosas dan fiebre.
Por eso ante la aparición de temperatura elevada de reciente comienzo dos son los objetivos:
1- Diagnosticar la causa de la fiebre: de esa manera podrá indicarse el tratamiento que corresponde. Esto incumbe al pediatra y lo realizará en base a los síntomas que el niño presente y los signos que encuentre al examen físico; en algunas ocasiones puede requerir algún estudio de laboratorio como hisopado de fauces o examen de orina o de una radiografía.
2- Descender la temperatura: de esa manera se ayudará al niño a sentirse más confortable.

Cuando la fiebre dura más de 2 o 3 semanas seguidas, además de infecciones especiales deben tenerse en cuenta otras enfermedades prolongadas o crónicas.


¿Cuándo considerar que es “fiebre” y cómo debe tomarse la temperatura?
Se considera fiebre cuándo la temperatura corporal es igual o mayor de 38°.
La temperatura puede tomarse con termómetro de mercurio colocado durante aproximadamente 2 minutos bajo la axila seca o con termómetro electrónico colocado en el conducto auditivo externo. Se está tratando de reducir el uso de los termómetros de mercurio dado que al romperse, el mercurio de su interior se esparce o vuelca en rejillas, resultando tóxica cuando se acumula o vuelca desagües.

¿Cuándo recurrir al pediatra ante la aparición de fiebre?
Tratándose solo de fiebre, sin otros síntomas, si el niño se ve bien pese a la temperatura, animado, activo, si se hidrata adecuadamente, si su respiración es tranquila, vale la pena bajar la fiebre y esperar unas horas (24 o 48 hs.) antes de concurrir a la consulta. Eso permitirá tener datos más claros para diagnosticar cual es la causa.
En los bebes muy pequeños (primer semestre de vida), especialmente en los recién nacidos, ante la aparición de fiebre debe consultarse inmediatamente.

¿Cómo bajar la fiebre?
Las medidas más efectivas y naturales son los medios físicos como baños o paños húmedos.
La temperatura del agua para un baño térmico debe ser agradable, el volumen de agua el suficiente para sumergir la mayor parte del cuerpo y el tiempo lo suficientemente prolongado para generar cambios en la temperatura corporal.
Cuando hay escalofríos es una señal que la temperatura ha comenzado a descender por lo tanto conviene dejarlo unos minutos más.
Se puede monitorear ese descenso secando la axila y colocando el termómetro en la misma o con termómetro electrónico en el conducto auditivo. Si la temperatura ha descendido respecto de la inicial, aún cuando sin llegar a la normal puede retirarse del agua. No hay restricciones al tiempo o número de baños para bajar la fiebre.
En los chicos más grandes, resistentes a bañarse pueden usarse paños mojados y frescos en la frente, axila, ingles (zonas de mayor circulación).
Los medicamentos más usados para descender la temperatura son en base a Paracetamol, Ibuprofeno, Dipirona, de los cuales hay muchos nombres comerciales de diferentes laboratorios. Las dosis se calculan por kilogramo de peso del paciente
No se usa en la actualidad el Acido Acetil Salicílico, esos comprimidos pequeños y rosados que tanto se usaban hace décadas, por su asociación con cuadros de intoxicación y sus potenciales efectos adversos hepáticos cuando son usados en cuadros de varicela o gripe.
En el último tiempo se han publicado estudios que desaconsejan el uso alterno de dos o más antitérmicos durante un cuadro febril y alertan sobre el riesgo de generar daño sobre el hígado con estas combinaciones.
Por lo tanto es recomendable utilizar el antitérmico que más resultado dé en cada niño, a la dosis calculada por el pediatra, con un intervalo entre dosis de 6 horas mientras persistan valores elevados de la temperatura